Joyce Marcus, Ph.D. Professor of Anthropology Museum of Anthropology University of Michigan Ann Arbor, Michigan ¿Mito o historia? Los escritos mesoamericanos se usaban para mantener las genealogías y para falsificarlas cuando era necesario. Estaba la cercana integración del mito y la historia para formar un tejido, una narrativa irrompible. Para las culturas mesoamericanas la distinción importante no fue entre mito, historia y propaganda, sino entre lo que el habla "noble" y el habla "plebeya" tenían que ofrecer. Por definición el habla noble era verdad, no importa cuán improbable. El habla plebeya se consideraba confusa, desinformada, llena de mentiras. La escritura de jeroglíficos era comisionada a nobles educados y era la forma visible de esta habla verdadera o noble. La escritura es una herramienta política usada para diseminar mitos, historia y propaganda acerca del gobernante, su familia y la nobleza en general. Los gobernantes mesoamericanos ligaron sus reinados con seres míticos de cuando los dioses y los ancestros, ancestros míticos, supuestamente gobernaron. Por el proceso que conocemos como euhemerismo, los ancestros nobles se convirtieron gradualmente en héroes, después en intermediarios semidivinos y en ocasiones en deidades reales. Mientras los ingeniosos propagandistas no eran capaces de engañar a sus contemporáneos acerca de sus ancestros inmediatos, está muy claro que los antiguos mayas, aztecas y otros grupos a veces se apropriaron ancestros distantes (incluidos ancestros divinizados) sólo para legitimizar su reclamo del trono. En efecto, algunas de las más espectaculares exhibiciones genealógicas que tenemos vienen a ser el trabajo de nobles que no estaban realmente en la línea de sucesión. ¿Propaganda? Considero que una de las cosas que confunde a algunos de mis colegas es: ¿Qué significa la palabra propaganda? Propaganda supone inclinar la verdad para poner al gobernante en la mejor posición posible afectando a la población objetiva. Hay dos tipos primarios de propaganda, las dos amplias categorías son "vertical" y "horizontal." La propaganda "vertical," como yo la defino, es jerárquica. Los gobernantes buscan influir en las creencias de los plebeyos. Los grandes monumentos levantados en las plazas públicas pueden ser ejemplos de propaganda vertical. Por otro lado, la propaganda "horizontal" involucra a nobles que quieren influir en otros nobles. Esa es la población objetiva. Los códices, de hecho, las tumbas, murales, pequeños dinteles, objetos a los que te tienes que aproximar muy de cerca para poder leerlos, son ejemplos de propaganda horizontal. Tales escritos no se muestran en público y podemos suponer que el acceso estuvo restringido a los nobles. En resumen, la hábil manipulación de la propaganda, el mito y la historia es probablemente tan vieja como el primer político. Los mayas, aztecas, mixtecos, zapotecos, todos estos grupos, supieron cómo sustentar genealogías y cómo falsificarlas cuando era necesario y alterar los eventos naturales con la intención de borrar aquello que no se ajusta a lo que la política del momento necesitaba. ¿Alfabetismo? En general, las sociedades mesoamericanas no fueron alfabetas. El alfabetismo ni siquiera fue una meta. Buscaban restringir el acceso al conocimiento, la lectura y la escritura, a los nobles, para que pudieran mantener ese importante abismo entre el estrato plebeyo y los estratos superiores de los nobles y la realeza. Como yo lo veo, la propaganda vertical fue diseminada entre los plebeyos que no podían leer a través de lectores. Hay intérpretes. Hay guías en la plaza principal, en efecto, tienes alguien quien literalmente canta o recita en voz alta el contenido de las inscripciones, ahí tienes otra forma de controlar el contenido de la propaganda vertical al que los plebeyos acceden. Bueno, si tú crees que lo que los gobernantes decían es verdad y los textos eran comisionados por ellos, entonces, todo lo que mandan escribir y grabar en la piedra es la verdadera constancia de los hechos y una vez escrito lo es a menos que el siguiente gobernante (y tenemos casos de ello) saque esos monumentos de circulación--los destruya, entierre, desfigure o algo por el estilo. Pienso que usualmente la estrategia es simplemente destruirlo y enterrarlo en alguna otra construcción y usarlo como relleno en una gran pirámide. Así puedes asegurarte que no volverá a usarse o a leerse de nuevo. ¿Oculto en la piedra? En cierta manera nuestro objetivo no sólo es confirmar o encontrar exactamente lo que es verdad. Inclusive si descubres que un gobernante no estaba diciendo la verdad todo el tiempo aún podemos aprender mucho de su estrategia, su manipulación y de cómo llegó al trono. Nuestro trabajo no termina al leer un texto en particular. Todo el tiempo buscas otras líneas de información que parezcan confirmar o afianzar un texto. Realmente creo que el campo de la arqueología nunca será irrelevante porque los datos primarios que necesitamos para evaluar esos textos--su contexto, su veracidad, su valor--yace en las excavaciones de todas esas ciudades, palacios, templos, hogares, etcétera. Cuando estaba trabajando con los textos Quirigua y Copán, descubrí que Quirigua tenía un gobernante que reclamaba una victoria sobre Copán. En las excavaciones de Copán, no tenemos ninguna evidencia física de que Copán fuera afectado en alguna forma. De hecho, siguió construyendo compulsivamente. Si su gobernante fue detenido en el ataque--probablemente asesinado, probablemente decapitado--Copán no muestra ningún señal. Esto nos hace ver los datos arqueológicos y los textos de una forma dinámica y no realmente para sólo darnos el evangelio de lo que pasó. Yo diría que para los mayas estos textos llegan a ser sinceros y consistentes incluso si incluyen mitología, mentiras o borran otro tipo de información. Nosotros sabemos que una de las pocas fuentes de lo que podemos llamar evidencias objetivas son los restos físicos que se obtienen de una excavación. Así es como evaluamos esos restos. Ahora sabemos, creo, que los aztecas, los mixtecos, los zapotecas y los mayas tenían archivos sesgados y objetivos políticos en la mente, y estamos comenzando a ver que no todos los registros de conquista eran libros de historia. También creo, que vemos que esos relatos mesoamericanos eran intentos propios de mostrar a cada gobernante o cada linaje o cada grupo étnico con un criterio en particular.